Cuando el termómetro sube, nuestro cuerpo necesita una hidratación eficaz, y no solo agua. Ciertos alimentos son auténticos acondicionadores naturales. Contrariamente a la creencia popular, lo que ponemos en el plato puede marcar la diferencia en el calor.
Como todos sabemos, el verano es la época de tumbonas, ventiladores y botellas de agua a mano. Sin embargo, lo que a menudo pasamos por alto es que ciertos alimentos son verdaderos aliados del agua. Si se eligen con cuidado, pueden beneficiar al cuerpo, prevenir la deshidratación e incluso aliviar el sistema digestivo, a menudo afectado por el calor.
Tu cuerpo suda para regular su temperatura. Pero cada gota de sudor, por natural que sea, te hace perder agua, minerales y energía. El resultado: fatiga, dolores de cabeza y sensación de pesadez. ¿La buena noticia? Puede que tu refrigerador ya tenga algo de frescura. Y no, no nos referimos solo al hielo del fondo del congelador.
No es un espectáculo, no presume de sus beneficios a los cuatro vientos, pero ahí está, fiel a su puesto: el pepino . Con su 96 % de agua, es el alimento hidratante por excelencia. Y, además, se digiere como una carta por correo. En otras palabras, no deja sensación de pesadez después de comerlo.
¿Su ventaja adicional? Contiene potasio, excelente para regular los fluidos corporales, y vitaminas como la A y la K. Puedes comerlo crudo, en rodajas para una ensalada o licuarlo para una sopa fría: siempre está listo para refrescarte.
Un pequeño consejo: omite el paso del remojo en sal. Perderías buena parte de su preciada agua.
Su solo nombre da ganas de irse de vacaciones. Con más del 90 % de agua, cumple todos los requisitos para ser el alimento ideal para el calor extremo. Y eso no es todo: su color rojo no es solo estético. Se debe al licopeno, un antioxidante que ayuda a proteger las células del estrés oxidativo, precisamente el estrés que intensifica el sol.
La sandía se puede compartir, comer, beber (en jugos o batidos caseros) e incluso añadir a ensaladas originales con un poco de queso feta. Es una fruta que gusta a todos, jóvenes y mayores, sin complicaciones.
Ligeras, de color rojo rubí, fragantes... las fresas lo tienen todo. Con un 91 % de agua, contribuyen activamente a la hidratación. Sería reductivo pensar que son solo una fruta acuosa más. Están repletas de vitamina C, antioxidantes y un toque de felicidad.
Puedes disfrutarlo tal cual, añadirlo a una ensalada de frutas o incluso incorporarlo a platos salados (sí, con albahaca y queso fresco, es una delicia).
No siempre son las primeras en verano, pero las naranjas merecen un lugar destacado. Con un 87 % de agua, hidratan y, gracias a su vitamina C, revitalizan el cuerpo y el sistema inmunitario. Su acidez estimula la salivación, lo que tiene un efecto refrescante inmediato.
Consuma jugo recién exprimido o cortado en rodajas. Evite las versiones industriales, que, además de estar a menudo endulzadas, pierden gran parte de sus nutrientes originales.
La nutrición veraniega no se trata solo de sabor. También es una estrategia inteligente para ayudar a tu cuerpo a sobrellevar la ola de calor. Aquí tienes algunos consejos sencillos:
No hay nada como un plato fresco, colorido, crujiente y jugoso para sentirse bien, incluso cuando el clima es deslumbrante. Añadir más pepinos, sandía, fresas o tomates a tus comidas no es solo un capricho: te ayuda a mantenerte en calma a pesar del calor. ¡Así que, agarra tus tenedores y que la frescura te acompañe!
2025-06-13T13:39:38Z